¡ME LO MEREZCO!
En más oportunidades de las que me gusta reconocer, me percibo y también, percibo en mis consultantes, una incapacidad para sentirnos merecedores. Estamos acostumbrados a pensar en términos de causa-efecto. Pero la realidad es que sentirnos dignos es más una conquista de la mente, que el fruto de una sucesión de batallas ganadas o de acciones realizadas. En ocasiones, n os prohibimos a nosotros mismos del disfrute de la abundancia, porque juzgamos que las tareas desarrolladas, en virtud de lo que anhelamos, no han sido suficientes o no han sido todo lo perfectas, que deberían de haber sido. A veces, ni tan siquiera intentamos acercarnos a aquello que deseamos, porque lo percibimos como "demasiado" para nosotros o peor aún, ni tan siquiera somos capaces de desearlo y si nos atrevemos a imaginarlo anteponemos "peros" en nuestra ilusión. Cuántas veces te encontrás en una ensoñación pensando; "¡que hermosa prenda!", (seguidamente te imagin