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"Ser feliz" por sobre "tener la razón"

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  Querer tener  "la razón" nos lleva a las expectativas. Por tanto, vivir en  la queja de lo que debería haber sido y bajo las exigencias que propone  el  "deber ser"  se vuelve  una dinámica casi ineludible.  Por supuesto,  la felicidad no escapa de esta dinámica, y desde esta tesitura seremos felices, siempre y cuando la realidad responda estrictamente a nuestras razón. Entrando en una batalla cuerpo a cuerpo con vida, lo cual es agotador y nos garantiza de movida ser infelices la mayor parte del tiempo. Entonces…¿Cómo ser feliz? Ante todo, tomando conciencia de que nuestros juicios se fundamentan en nuestras creencias y que estas, en varias ocasiones, nos condicionan. Si bien es necesario integrar las mismas durante la niñez para poder, en una primera instancia,  integrarnos al clan y, posteriormente, a la sociedad; ya en la adultez encontrar nuestra propia definición de felicidad, tiene por preámbulo cuestionarlas. Como muchos animales, el  ser humano nace lejos

¡ME LO MEREZCO!

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    En más oportunidades de las que me gusta reconocer, me percibo y también, percibo en mis consultantes, una incapacidad para sentirnos merecedores.   Estamos acostumbrados a pensar en términos de causa-efecto. Pero la realidad es que sentirnos dignos es más una  conquista de la mente, que el  fruto de una sucesión de batallas ganadas o de acciones realizadas.     En ocasiones, n os prohibimos a nosotros mismos del disfrute de la abundancia, porque juzgamos que las tareas desarrolladas, en virtud de lo que anhelamos, no han sido suficientes o no han sido todo lo perfectas, que deberían de haber sido.      A veces, ni tan siquiera intentamos acercarnos a aquello que deseamos, porque lo percibimos como "demasiado" para nosotros o peor aún,  ni tan siquiera somos capaces de desearlo y si nos atrevemos a imaginarlo anteponemos "peros" en nuestra ilusión. Cuántas veces te encontrás en una ensoñación   pensando;  "¡que hermosa prenda!", (seguidamente te imagin